martes, 24 de enero de 2017

Es hora de ejercitar el músculo de la escritura

Tantos años sin escribir nada que no fueran canciones o frases cortas en facebook hacen que me pregunte si todavía lo tengo, si todavía soy tan transparente como creativo.
Supongo que si pues no me he detenido de escribir...

Tantas cosas han pasado desde la última vez que usé este blog y hoy lo quiero resucitar como un ejercicio. Uno de los mayores cambios, por ejemplo, fue que por fin me decidí a seguir mis sueños y metas que antes solo eran una sugerencia susurrada de mi subconciente.
Hoy me encuentro pensando en que las emociones son lo más real que existe.
Que el amor y el miedo van de la mano y que puedo elegir detrás de cual estar.

Me gusta mucho escribir cuando el amor toca la puerta
porque pone a trabajar todos mis sentidos
mis latidos se sincronizan con mis pensamientos
y de pronto todo se vuelve arte.

Estoy seguro que esa es la razón por la cual siempre existirán canciones de amor hasta el fin de los tiempos. Basta con sentir cómo esa energía abrumadora toma posesión de tu cuerpo y te eleva jalando del pecho. Es algo espiritual. Se siente sagrado.

Es mágico, pero puede llegar a ser algo trágico. Volverse vulnerable es intrínseco a amar ¡y vaya que soy vulnerable en estos momentos! Me parece muy irónico porque este sentimiento me hace sentirme invencible pero al mismo tiempo me da un miedo terrible.

No tengo certeza del mañana, y sólo estoy seguro de que nada es seguro.
Si tuviera que compararla con una flor sería la clásica rosa.
Vestida con la sangre y el dolor, con la sensualidad y el erotismo del color de las pasiones.
Con afiladas espinas que me recuerdan a través del dolor que he de estar ebrio de amor
pues nunca las noto al momento de querer sostenerla.

Probablemente no aceptaría la comparación porque mis ojos aún no son suyos;
No ha visto aún como su luz se refleja en mi mirar. Pero está bien. Llevo algunos días pensando que esto que siento no está de adorno y que es mi responsabilidad traerlo a la realidad, independientemente de que acontezca, que sea la realidad quien decida que hacer una vez que en sus brazos esté mi corazón infante.

Y sí, mi amor va de la mano con mi miedo pero al final nos va guiando mi corazón.



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